fredag 20 mars 2009

HARALD EDELSTAM Y EL GOLPE MILITAR EN CHILE.


El Embajador Edelstam vive en nuestra memoria, aunque ninguna calle de Suecia o de Chile lleve su nombre ni ninguna estatua se haya levantado en su homenaje.

Enrique Duran


Harald Edelstam, embajador de Suecia en Chile, en 1973, a la fecha del Golpe Militar, salvó la vida de innumerables chilenos y latinoamericanos. La mayoría de ellos estaban detenidos en el Estadio Nacional donde se torturó y asesinó a miles de prisioneros. El Embajador Edelstam hizo uso de su atribuciones diplomáticas y muchos cientos de nuestros compañeros escaparon a la muerte gracias a su imaginación audaz y al inmenso carisma que emanaba de su persona. No puedo jactarme de haber sido su amigo, pero lo conocí en acción.
Para el funeral de Neruda fuímos miles los que integramos el cortejo fúnebre.La avenida Recoleta y las calles adyacentes al Cementerio General estaban cercadas por militares fuertemente armados. Había tanques en las bocacalles y helicópteros sobrevolaban el cortejo. De pronto se escuchó una voz bronca y recia, la de don Pancho Coloanne, gritando :”Compañero Pablo Neruda, Presente !” Y luego añadió : ”Compañero Salvador Allende ! Presente !” Y miles de voces gritaron : ”Ahora y siempre” El embajador Edelstam estaba ahí, muy cerca de Matilde. Con el puño alzado.


Un resistente más contra la dictadura. Jamás voy a olvidarlo. Porque en esos momentos, cuando todo el país estaba aún en un estado de chock, ante las muertes y fusilamientos de obreros en las fábricas, él, Embajador de un país nórdico, lo más lejano y diferente a Chile que pueda ser posible, estaba ahí, junto a nosotros, un compañero más desafiando a la Junta Militar. Un par de días antes, era sábado creo, lo que quedaba de la Comisión Política del Partido Socialista tenía un punto de encuentro en el Mercado Providencia. Había que intentar una reorganización factible, nuevos contactos, rutinas, casas de seguridad. Yo formaba parte de lo que podría llamarse una escolta de protección.


Eramos ”elenos” y compañeros del Regional Centro o Primera Comuna. Un público burgués satisfecho y feliz compraba a manos llenas en el dicho Mercado . Carne , Mariscos, Pescados, Verduras, todo lo que por arte de magia y del ”mercado negro” había desparecido de los almacenes en las últimas semanas, se podía comprar ahora en grandes cantidades. En una de callejuelas adyacentes se detuvo un auto. Un Volvo Combi. Y de él bajaron Arnoldo Camú y Exequiel Ponce, los dos tipos que se hacían cargo del Partido Socialista en la clandestinidad. El Chofer era nada menos que el Embajador Edelstam. Arnoldo Camu fué asesinado por miembros del Servicio de Inteligencia Militar días después. Nunca supimos cómo fué. A la salida del Cine Metro donde Arnoldo debía recibir un contacto e información, fué detenido por agentes de la Dictadura. Lo subieron arriba de un auto y luego, una cuadras después, arrojaron a la calle su cadáver. De alguna manera, tonta si se quiere, el ”Tío” Camú tuvo suerte. No fué torturado. Con Exequiel, el ”Tronpa” Ponce , tuve contacto un par de veces más. Una de de ellas fué un contacto en la escalinata del Banco de Chile, en plena calle Ahumada. Todavía no la habían rebautizado como Paseo Ahumada.


De pronto se detuvo el mismo Volvo Combi ante el edificio del Banco. El Embajador Edelstam bajó del auto, abrió la caja maleta del vehículo y de ahí apareció la figura enorme y un tanto acalambrada del ”Tronpa” Ponce. Por Ponce me enteré de que Edelstam se había convertido en protector y contacto de algunos de nuestros dirigentes en la clandestinidad.Cuando ya no fué posible mantenerme activo, las casas de seguridad estaban ”quemadas” , desaparecían los ”contactos” y muchos compañeros y compañeras hablaban bajo tortura y no los culpo, (Entre nosotros, los elenos, la regla era mantenerse firme las primeras 24 horas. Después podías empezar a entregar información, dosificada, con datos verdaderos y falsos, tratando de desorientar a los interrogadores.), entonces también tuve que asilarme. El Embajador Edelstam había dado ordenes perentorias de que todos los que estabamos en listas especiales de la Dictadura, recibiéramos pasaportes falsos, pasaportes suecos, por añadidura. Hugo Blanco ha contado también algo parecido a esto.

Fuímos varios los que recibimos este pasaporte falso y así pudimos salir de Chile. Fué un problema para Edelstam, porque la Säpo no sabía qué hacer con nosotros. Tuvo él que atestiguar personalmente que nos había otorgado los pasaportes falsos y cuáles eran nuestros verdaderos nombres. Por supuesto nada de ésto era grato a los ojos del Ministerio Sueco de Relaciones Exteriores.

El Embajador Edelstam fué castigado por ésto. Incluso Olof Palme y otros prominentes social demócratas del Servicio Exterior le dieron la espalda. La diplomacia sueca del silencio había sido dañada por un embajador imaginativo, audaz, díscolo y cuasi anarquista. Un embajador que era capaz de mirar los sufrimientos de los seres humanos cara a cara. Un embajador que echaba al canasto de la basura los documentos y los protocolos. Para mí Edelstam es la persona que pudo elevarse a la categoría más alta que puede alcanzar un ser humano. Hacerse responsable del sufrimiento y la muerte de todos sus hermanos y sentirse solidario. Con ellos y ante ellos. El Embajador Edelstam vive en nuestra memoria, aunque ninguna calle de Suecia o de Chile lleve su nombre ni ninguna estatua se haya levantado en su homenaje.


Publicado en continente el : 2007-09-12 obtuvo 836 Muestras

Inga kommentarer:

Skicka en kommentar